sábado, 25 de junio de 2011

basta para mi

No sé cómo empezar, hace tanto que no escribo en mi diario (no tan)íntimo que podría escribir toda la noche. Me doy cuenta que, en el fondo, todo sigue igual.. un sábado a la noche acá sentada, muerta de ganas de irme a preparar para una noche de esas que me gusta vivir. Pero no, todavía mamá no entiende que la noche es parte de mi rutina, que es mi forma más simple de ser felíz, y que tengo 18 años y un mes. Y todavía me tengo que tragar los "este finde te quedás acá".
Y ahí es cuando caigo de que no me sirve de nada esa imagen de facultativa que entra en el Colegio de Abogados a escuchar un discurso que me hace caer la baba de perfecto. La tengo a la imagen, me encanta sentirme así, me encanta vivir eso, es lo que soy, lo que quiero ser. Pero se me cae todo al carajo cuando me doy cuenta que para mamá todavía tengo 15 años y no va a asumir que crecí hasta que por arte de magia alguien le haga entender que su hija más chica es la más chica pero ya no es chica, se entiende?
Anto creció, y ahora las carpetas N°3 fueron reemplazadas por apuntes de 300 hojas para arriba, y noches de café y de no dormir porque se juega la promoción en un parcial. Y Anto quiere trabajar, Anto ama salir con sus amigos, vivir la juventud. Anto sueña con un futuro que le encanta vivir de cerca, hace cursos en el Colegio de Abogados y quiso más que nunca avanzar 6 años para sentirse una más de esos hombres con traje que le hablaban de esa forma tan particular. Anto es militante y está felíz porque cada vez da un paso más en la UCR que tanto ama. Anto puede ser felíz y tiene muchas herramientas para serlo. Pero Anto tiene dos mundos, uno en el que sueña y vive todas esas cosas que dijo; y otro en el que el primer párrafo de esta entrada sigue latente.
Que fácil sería todo si con tan sólo cruzar una puerta seguiría siendo la misma. Pero no, es rutinario y cada vez duele más, me doy cuenta cuando lamento la hora de bajar del colectivo sabiendo que me separan 5 cuadras para volver a ser la que no quiero; cuando en vez de estar contenta digo que voy a extrañar esas mañanas en la facultad sintiéndome la que quiero ser, la facultativa, de los apuntes, militante, futura abogada, que vive su juventud.
Pero es lo que me toca, y ahora vuelvo a ser la de 15. Hasta que mamá lo diga.
Basta para mí. Por favor.

Anto P.

2 comentarios:

Setzel dijo...

Bella muchacha, tanto tiempo que no te hablo.
Creo que no hay mucho que agregar. Solo te diré un consejo, que yo aplico:


''A veces tienes que arriesgarlo todo...para ganar eso que consideras... ¡Especial!''

Pensalo. Saludos

PD: Nunca supuse que la carrera reporte tantos esfuerzos! Me asustás, justo que pensaba anotarme al 2do cuatri de la carrera...

Gonzalo Alejandro Cozzi dijo...

Soy un habitual visitante de tu blog desde hace tiempo, y suelo comentar porque me es inevitable pensar profundamente cuando leo estas catarsis. Terminé el curso de ingreso a la ingeniería con anticipación porque promocioné todas las materias, y muchos de mis compañeros me miraron con cara de I WANT YOUR BRAIN. Estoy (tristemente) acostumbrado a eso.

Yo no soy un amante de la joda y la noche, pero nuestros pequeños dramas son parecidos. Si bien es muy grato sentirse realizado intelectualmente, ya no me creo que la felicidad venga de ahí. Y es por eso que entiendo cuando reflejas que tanta pasión no logra calmar la impotencia. Pero quizás tendrías que pensar si tanta ansiedad por avanzar con el estudio no tendría que darle paso a una revisión de cuál es el problema.

Yo también tengo 18 años y siempre pienso que no me los merezco; nunca esperé la mayoría de edad con ansiedad porque no tuve huevos para aprovecharla como todo el mundo dice que hay que hacerlo, y desde antes lo sabía.

Por eso antes que cualquier cosa, empecemos a revisar adentro, a ver que encontramos. Y el camino es muy largo, cansador, pero creo que vale la pena, porque siempre que llovió paró.

Ya va a parar ;)